miércoles, 21 de marzo de 2012

Lo imediatamente rentable y lo estratégicamente correcto

"El juego es mío y se juega como yo digo."
Interesante y divertido artículo sobre el juego del ingenio.
Estoy segura que durante la lectura estaréis maquinando la opción más adecuada al fin que decidais...
"Tienes la oportunidad de cerrar con honor el día rescatando a unos náufragos nocturnos y, sobre todo, de poder ligarte a la chica." ¿Qué decides?

Aquí os lo dejo.

Hace unos días un buen amigo me planteó un interesante dilema que bien puede servir para ilustrar la importancia de la visión estratégica en los negocios. Antes de compartirlo, puntualizaré que se trata de una situación irreal, y que no vale hacer preguntas más absurdas que la propia historia, ya que es uno de esos juegos en los que quien lanza el reto puede abrigarse con ese poderoso mantra que reza: «El juego es mío y se juega como yo digo».

Nuestra conversación se desarrolló más o menos así:

—Imagina —me dijo— que vas conduciendo un coche de dos plazas a las cuatro de la madrugada por una zona periférica de una gran ciudad.

—¿Solo o acompañado? —pregunté.

—Completamente solo. De repente, al pasar junto a una marquesina de autobús, ves a tres personas que parecen tener problemas. Detienes el coche y resulta que son una mujer increíble, que nada más verla sabes que es la mujer de tu vida, tu mejor amigo, al que hace algún tiempo que no ves, y una venerable anciana de unos 87 años.

—¿Y qué? —pregunté esperando llegar al centro del dilema.

—¿Pues tú qué crees? Que están esperando el autobús y a esas horas ya no pasa. Así que tienes una gran oportunidad de cerrar con honor el día rescatando a unos náufragos nocturnos y, sobre todo, de poder ligarte a la chica. El problema es que solo puedes hacer un viaje y en tu coche no caben más de dos personas… ¡y no vale hacer trampas! —dijo sonriendo tras descargar sus cláusulas.

—Pensemos, pensemos…. —me dije, entregado ya por completo a un monólogo interior que no tardé en interrumpir con lo que me pareció una luz brillante:

—¡Puedo pedir un taxi!

—No, no hay —dijo mi amigo, sorprendentemente seguro.

—¿Cómo que no, si es una gran ciudad? —insistí… aunque con decreciente convicción al intuir su respuesta.

—El juego es mío —sentenció.

—Bueno, pues nos apretamos los cuatro —peleé.

—Solo pueden ir dos —sonrió de nuevo.

—Vale, vale, déjame pensar un rato… —susurré.

Hasta aquí el planteamiento del dilema. Ahora es cuando podéis darle vueltas al tarro, en voz alta, baja o en off, cada uno a su gusto… ¿Ya? ¿Otra vuelta de tuerca? ¿Os rendís?…

Al parecer, solo existe un camino lógico para ligarse a la chica. Pero, como en todos los problemas, siempre pueden abrirse vías más retorcidas, imaginativas o experimentales que pueden brindarnos excelentes resultados.

Según convinimos, parece que lo más inteligente (y aquí es donde podréis comprobar si habéis ganado el gallifante) es encomendar a tu amigo la intrépida misión de llevar a casa a la viejecita con tu coche y quedarte tú con la chica bajo la marquesina, afrontando alegremente la perspectiva de pasar la noche al raso… (y a su lado el resto de tu vida).

No cabe duda de que si nuestro objetivo es ligar esa noche, esta maniobra resultará la más inmediatamente rentable, dependiendo de la pericia de cada uno, de la conjunción más o menos favorable de los astros, etc. Pero…¿es la estratégicamente correcta?

No convencido del todo, seguí dando vueltas a este pensamiento, y bajo la cálida compañía de la presión con la que afrontamos a diario los problemas de nuestras marcas y clientes, conseguí dar con una posible solución que desconcertó a mi interlocutor (aunque supo disimularlo).

—¿Y si le digo a la mujer de mi vida que lo más razonable es que se encargue ella de llevar a la ancianita a su casa con mi coche y yo me quedo con mi amigo? —planteé.

—¡Ja, ja, ja, ja, ja, jaaaa!, ¿y qué ganas con eso? —se mofó.

—De momento nada, pero quedo como un caballero y al día siguiente tengo que ir a recoger mi coche… Así que la chica me dará su teléfono. ¿No te parece una plataforma más sólida para el cortejo? —aventuré.

—¡Ja, ja, ja! —rió de nuevo, aunque con menor énfasis.

Hasta aquí puedo leer. Es indiscutible que la primera maniobra es pan para hoy, pero quién sabe si la segunda, bien ejecutada, también puede serlo para mañana. Evidentemente el éxito de cualquiera de ellas vendrá marcado por unos códigos de lenguaje adecuados y una puesta en escena creativa, pero el enfoque estratégico puede cambiarlo todo.

Muchas veces en comunicación, como en la propia vida, nos ocurre que presionados por la necesidad de alcanzar resultados inmediatos perdemos perspectiva y ocasiones de construir sobre estrategias más sólidas y fructíferas. Es la diferencia entre lo inmediatamente rentable y lo estratégicamente correcto.
Ahora bien, como afortunadamente esto no son matemáticas, el dilema estará siempre abierto, y seguiremos devanándonos los sesos, sobre todo en época de crisis, para conseguir que lo estratégicamente correcto resulte, además, inmediatamente rentable.

¡Suerte con los cortejos!

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